Te dormiste a mi derecha, casi te veo el cerebro desde aquí. Has esperado en el frío tras bañarte. Has corrido por mí. No tenía idea, pero ya estás a mi lado, el camino es largo y no quiero llegar nunca a casa para respirarte de cerca infinitamente mientras juego con tus orejas. Mordisquear tus lóbulos va a ser mi pasión dentro de poco. Qué me has hecho.
Ya sé que no duermes, solo reposas. Perdón por ser tan cargosa, te he extrañado en demasía aunque lo oculte desde que me dijiste que ya habías llegado a verme hace diez minutos. Abres los ojos, pestañeas y te vuelves a recostar. Gracias mil veces, te he extrañado, ¿te lo he dicho? No te lo había dicho, pero ya me desaté la lengua. 'Gracias por llegar, gracias por querer quedarte', pienso mientras giras hacia mí y beso la nariz de botón de tu madre esculpida en tu cara de niño de casi tres décadas. Te he ha cambiado la expresión, te lo van a decir más seguido en un par de meses y me voy a sonrojar contigo calentándome con tu sonrisa. Por ahora solo te voy a abrazar antes de que mis 'te quiero' muten. Creo que ya te amo.
